La forastera
Olga Merino
Nº de páginas: 240
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2020
Género: Narrativa contemporánea
PREMIO PATA NEGRA
PREMIO CUBELLES NOIR 2021
FINALISTA DEL PREMIO BIENAL DE NOVELA MARIO VARGAS LLOSA
FINALISTA DEL VII PREMIO CIUDAD DE SANTA CRUZ DE NOVELA CRIMINAL
Olga Merino (Barcelona, 1965) es licenciada en Ciencias de la Información y máster en Historia y Literatura Latinoamericanas en el Reino Unido. Trabajó en la década de los noventa en Moscú como corresponsal para El Periódico. De aquella experiencia surgió su primera novela, Cenizas rojas, que tuvo un gran éxito entre la crítica, así como los diarios recogidos en Cinco inviernos. A aquella novela le siguieron Espuelas de papel y Perros que ladran en el sótano. En 2006 obtuvo el Premio Vargas Llosa NH por Las normas son las normas. Actualmente es columnista de El Periódico y profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Sus novelas han sido traducidas al italiano, neerlandés, inglés, francés y chino. Con La forastera (Alfaguara, 2020), Merino ha sido ganadora del Premio Pata Negra y del Cubelles Noir, finalista del Premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa y del VII Premio Ciudad de Santa Cruz de Novela Criminal y situada entre los mejores libros de 2020 según El País, El Periódico y Forbes.
Sinopsis
«Me están echando el cerco, y no es el viento.»
Tras una juventud de excesos, Angie vive retirada -casi atrincherada- en una aldea recóndita del sur. Para los vecinos es la loca que se deja ver en compañía de sus perros. Su existencia transcurre en el viejo caserón familiar, en un cruce continuado de dos tiempos: el presente y el pasado. Tan solo tiene a sus fantasmas y el recuerdo del amor vivido con un artista inglés en el Londres olvidado de Margaret Thatcher.
El hallazgo del cuerpo ahorcado del terrateniente más poderoso de la comarca lleva a Angie a desenterrar viejos secretos familiares y a descubrir el hilo fatal de muerte, incomprensión y silencio que une a todos en la comarca. ¿Es el aislamiento? ¿Son los nogales, que secretan una sustancia venenosa? ¿O acaso la melancolía de los húngaros, que llegaron hace siglos con sus baúles y violines? Angie sabe que, cuando lo has perdido todo, no hay nada que puedan arrebatarte.
La forastera es un western contemporáneo en el territorio áspero de una España olvidada. Un relato estremecedor y emocionante sobre la libertad y la capacidad de resistencia del ser humano.
Opinión personal
He leído La forastera de Olga Merino gracias al club de lectura al que pertenezco. No conocía a la autora. Viene muy bien recomendada con premios y puedo decir que en mi opinión son merecidos. Es una historia oscura, de la España vaciada, rural, olvidada, abandonada y como dice la sinopsis, es como un western contemporáneo. Con sus líos y sus secretos, los terratenientes y los abusos de poder por parte de ellos. Una historia que recuerda también a las novelas de Miguel Delibes o a Intemperie de Jesús Carrasco.
Ángela o Angie, es la narradora y protagonista principal. Regresa a la casa de su madre, en El Hachuelo, dentro de la gran finca de Las Breñas, en una aldea perdida del sur del país. Después de una juventud alocada y de vivir una temporada en Londres, en los años ochenta, vuelve a la casa de su madre. Aunque para muchos será la forastera. Han pasado los años, su madre ha muerto y ya llegó a la cincuentena. Vive con la única compañía de sus dos perros, Pluto y Capitana. Apenas tiene contacto con la gente del pueblo. Su único amigo es Ibrahima, un temporero de Senegal que trabaja en de Las Breñas.
Ellos no lo saben pero aquí estoy bien, con el huerto y los perros, las trochas y mis piernas. La cancela siempre está abierta. No les tengo miedo. Chismorrean. Saben que escondo una escopeta en la cámara del grano, una vieja Sarasqueta del calibre doce. Creen que estoy loca porque frecuento el cementerio, hablo en voz alta frente a la tumba de mi madre, bebo, me río sola y apenas tengo trato con nadie. Tampoco me corto el pelo desde que murió mi vieja. Que estoy mal de la cabeza, dicen. Si acaso estoy loca de puro cuerda. Yo conozco mi sombra y mi verdad.
Aquí no toman afecto a los extraños como no se lo tomes tú primero a ellos, y a mí nunca me convino el esfuerzo. Prefiero tenerlos a raya. Ellos no saben nada pero hablan, hablan, hablan. Cuchichean. Yo, en cambio, he visto cosas y me las callo. Me han puesto motes. Lo sé porque me lo cuenta Ibrahima, mi mejor amigo, el único; solo él me llama Angie, como me puso el pintor inglés. La de los Marotos, me dicen, por el apellido de mi familia paterna. En estas serranías llaman maroto al carnero padre que ha servido para la propagación. También me llaman la chalada de la casona. La guillada de El Hachuelo, porque así se conocían estas tierras que habían sido nuestras hace años, muchos años. También me dicen la puta inglesa.
Don Julián, el dueño de Las Breñas, se ha suicidado. A partir de ese momento Angie revive su infancia y mirará al pasado en busca de respuestas, quiere saber lo que se le ha estado ocultando durante tantos años.
—Tú no sabes quién es quién en tu casa. A ti te han tenido engañada.
Entre lo que pasó en realidad y cómo lo recordamos siempre se cuela un algodón empapado en éter.
Para él es falsa la idea del suicidio como máxima expresión del libre albedrío, porque no existe sujeto más acorralado que quien decide quitarse la vida. Se lo explicó el psiquiatra, el que vino a estudiar la concatenación de suicidios en la comarca, el mismo que marcó las cruces a lápiz en los libros de la sacristía. (padre Andrés)
¿Quieren arrastrarme también a mí? No, no debo pensar en ello. Pensar sin finalidad no es bueno.
La muerte les fascina. Abordan el suicidio con una naturalidad pasmosa, como si nada, como quien se arranca a hablar de la lluvia que no llega, como si no hubiera parapeto entre la vida y la muerte. Quien más quien menos está emparentado o conoce a la familia de alguien que se quitó la vida aquí, en la pedanía de al lado o en la siguiente.
La forastera es una novela que está muy bien ambientada, se siente la claustrofobia del lugar, el abandono, se palpa el menosprecio y la hostilidad hacia la protagonista.
Angie es una gran luchadora, es una superviviente que tan solo quiere vivir en paz, y que no pide mucho a la vida. Tiene una gran fuerza y personalidad. Es inteligente, observadora, y resulta ser un gran personaje. Aunque no entiendas bien todo lo que hace o el motivo por el que toma las decisiones. Terminarás entendiéndola y sorprendiéndote con el final.
Frases
También yo hice de la casa mi refugio, y así la quiero, con sus cicatrices, los caliches en el encalado, las goteras en la cámara y la luz pinchada de un poste del tendido. La casa está rota, como yo. No tengo lazos con casi nada y tampoco temo la soledad: mis muertos me acompañan.
Aquí nadie pregunta demasiado. Este lugar se traga a los que vinimos huyendo.
—Mi libertad no la vendo.
La vida debería aspirar a la sencillez y, sin embargo, se enreda en malentendidos, en frases no dichas, en equívocos resueltos a destiempo.
Con un inesperado y brillante final, La forastera nos cuenta una historia que nos acerca a la España profunda, rural, y abandonada, con sus secretos familiares y sus caciques, todo un western contemporáneo.
Lourdes