lunes, 10 de octubre de 2022
NOVELA DE AJEDREZ, STEFAN ZWEIG
sábado, 11 de diciembre de 2021
UNA BODA EN LYON, STEFAN ZWEIG
domingo, 19 de septiembre de 2021
LOXANDRA, MARÍA IORDANIDU
Loxandra
Autora: María Iordanidu
Traductora: Selma Ancira, Berny
Nº de páginas: 256
Editorial: Acantilado
Año de publicación: 2018 (1963)
Género: Narrativa contemporánea, histórica, biografía
María Iordanidu (Constantinopla, 1897 – Atenas, 1989) pasó la infancia en Constantinopla, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial, que la sorprendió de vacaciones en el mar Negro, la obligó a permanecer en Rusia durante años. Hasta 1919 no pudo volver a Grecia, donde trabajó para una gran compañía comercial estadounidense y, de 1926 a 1939, en la embajada soviética de Atenas. Durante la ocupación alemana fue detenida en varias ocasiones y su casa fue destruida, tras lo cual se vio obligada a mudarse con frecuencia y a sobrevivir impartiendo clases de lenguas extranjeras. A los sesenta y cinco años publicó su primera novela, Loxandra, obra inmensamente popular que ha sido traducida a varias lenguas. En 1965 publica Vacaciones en el Caúcaso (reseña aquí), en 1978 Como las aves salvajes y su último trabajo Nuestro patio en 1981. Fue galardonada en 1978 por el Patriarcado de Constantinopla con la Cruz de Oro y la Orden de la Señora del Trono Ecuménico.
Sinopsis
Loxandra—una mujer de carácter, indiscreta y rezongona, pero también protectora, generosa y tierna—vive en la bulliciosa y extraordinaria Constantinopla finisecular, cohabitada por griegos, turcos y muchas otras etnias. Trasunto de las heroínas que pueblan las comedias clásicas, Loxandra no sólo lleva las riendas de su propia vida sino que es también el alma de su familia, con la ayuda, claro está, de la virgen de Baluklí. Y así, los matrimonios, los duelos, las tristes despedidas en el puerto de la ciudad, los alegres y sabrosos festines de reencuentro o las mudanzas marcan el ritmo de su vida. Crónica de una familia y de una ciudad, esta vitalista y hermosa novela de María Iordanidou—inspirada en la vida de su abuela—nos transporta a una ciudad dominada por la música, los sabores y los colores, y evoca la frágil felicidad que truncó la guerra.
Opinión personal
El año pasado cuando leí Vacaciones en el Cáucaso (reseña aquí) conocí a la abuela de la autora, tiene un papel mínimo, pero su nieta la menciona y la tiene presente en muchas ocasiones. Me pareció una mujer interesante y de carácter por lo que sabía que tendría que leer Loxandra, el libro en el que es la protagonista, y que está basada en su vida y la de toda su familia. Por eso lleva su nombre, todo gira alrededor de su abuela Loxandra. Pero además de los sucesos familiares, es una crónica de la historia, la cultura, las costumbres de la época, de las diferencias entre griegos y turcos que conviven en la ciudad de Constantinopla. Un retrato de la época y del país en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
Nos cuenta la autora la vida de su abuela empezando por como conoció al que sería su marido, Dimitrós, viudo y con cuatro hijos, por medio de una casamentera.
No iba a casarse por su propio bienestar, sino por el de sus hijos, por lo tanto podía llamar a una casamentera, decirle sin tapujos lo que quería, y no sentir vergüenza o temor a ser malinterpretado por su mal gusto. Su segunda esposa debía ser, por encargo, de buen corazón, sana, íntegra, buena cocinera, «en ningún caso intelectual ni sensible, y de ser posible entradita en carnes». E insistió tanto en este último punto que la casamentera se compadeció de él y puso todo su empeño en la búsqueda. Pobre, debía estar necesitado.
Y apareció la mujer que Dimitrós había pedido. Se llamaba Loxandra.
Cuando Dimitrós vio entrar en la habitación a Loxandra, una mujer briosa, de espalda ancha y piernas largas, sólida como una columna dórica, que llevaba en la mano una bandeja repleta de dulces, se sintió feliz. Le gustaron sus cabellos negros, su cráneo bien torneado y su mandíbula fuerte.
Loxandra tenía entonces treinta años.
Cuidará de su marido y sus hijos, a los que se ganará y creará unos fuertes lazos. La pareja tendrá además otros tres hijos. Su vida se centra en el cuidado de su familia, de su hogar, de su casa, de las distintas celebraciones y reuniones familiares, sus relaciones con los vecinos y los vendedores; también sus supersticiones y sus creencias religiosas son importantes para ella y siente gran devoción por la virgen de Baluklí a la que recurre siempre que tiene un problema y que parece escuchar sus peticiones.
En Loxandra, María Iordanidu nos cuenta con su peculiar humor y de forma desenfadada de narrar, toda la historia no solo de su familia, también la del país con esa mezcla de culturas y etnias que se encuentran en Constantinopla.
«Salud, Constantinopla, reina de las ciudades». Recostada en dos continentes, abre Constantinopla su pecho al viento del norte que sopla del mar Negro por un lado y al viento del sur que viene del mar de Mármara por el otro. Las dos corrientes contrarias parecen estar al asalto para conquistarla. Oriente y Occidente entran en combate y la reclaman sacando espuma y dando vueltas en redondo frente a la punta de Sarayburnu, a los pies de Santa Sofía, en pleno corazón de la ciudad.
Por aquel entonces, en Constantinopla la gente no se preocupaba de la política, porque de todos modos los sultanes hacían lo que querían sin preguntarle nada a nadie. Los griegos habían adquirido bastantes privilegios. Un poco con la protección de Rusia, un poco con la protección de Gladstone, habían logrado, gracias a su propio ingenio, prosperar, enriquecerse y conquistar la tierra.
Loxandra es una mujer de buen corazón, tremendamente generosa, protectora, exagerada, tal vez excesiva, fuerte, intensa, terca, supersticiosa, religiosa, centro y motor de su gran familia. Una novela entrañable sobre una gran mujer.
Frases
Alimenta bien a tu marido si quieres tener marido.
¿Qué es ser rico? Saber contentarse con poco.
¿Es indispensable escribir poemas para ser poeta? ¿O conocer el pentagrama para ser músico? ¿O ser devoto para alcanzar el Paraíso? Aquí está el Paraíso si tienes ojos para verlo. Si no tienes ojos no conocerás el Paraíso, ni en la tierra ni en el cielo.
Loxandra jamás lloró paraísos perdidos. Tampoco buscaba ir al encuentro de la felicidad. Era la felicidad la que llegaba en busca de Loxandra. Y se presentaba de repente, en los momentos más inesperados.
María Iordanidu con su abuela Loxandra |
Loxandra es una novela entrañable sobre una gran mujer contada de una forma amena y desenfadada por su nieta.
Lourdes
sábado, 25 de julio de 2020
VACACIONES EN EL CÁUCASO, MARÍA IORDANIDU
Autora: María Iordanidu
Nº de páginas: 208
Editorial: Acantilado
Año de publicación: 1965 -2020
Género: Novela Histórica, Autobiográfica, Memorias
Foto editorial Acantilado |
Opinión Personal
He leído Vacaciones en el Cáucaso gracias a Masa Crítica, Babelio y a la Editorial Acantilado que es una editorial que cuida mucho sus publicaciones. Se trata de una obra con tintes autobiográficos.
La novela empieza con el regreso de Ana, la protagonista, a su casa en Constantinopla. Ya nos adelanta que tiene un final feliz.
En 1914 a Ana le quedaban 3 cursos para de ir a la universidad. Vive con Klío, su madre que es viuda, su tía Agathó y su abuela Loxandra. Su madre tiene también un hermano con dinero, el tío Alekos que vive en Rusia, les manda dinero y paga todos los años la matricula del colegio de Ana. Está casado con una francesa, la tía Claude, que le maneja a su antojo. Un día Ana recibe una carta en la que su tía la invita a un viaje de placer durante el mes de vacaciones con ella por el Cáucaso. Aunque a su madre no le parece bien ya que:
-Los servios han matado al archiduque Fernando de Austria en Sarajevo, y los austriacos están buscando pleito. Alemania los apoya. El mundo entero está patas arriba. ¿Ahora, justamente ahora, se le ocurre invitarte a la canija esa?
Aún así Ana partió al encuentro de su tía y comenzó un viaje que debía ser de placer y se convirtió en una odisea. Pero aunque le cuesta meses termina llegando a su destino: Stávropol, en el Cáucaso.
Así fue como Ana partió de Constantinopla a finales de julio de 1914. Se fue por un mes y se borró de la faz de la tierra por cinco años. Era como si el mar Negro se la hubiera tragado. Las rocas Simplégades se cerraron tras su paso.
Una de las tantas y tantas ciudades atrasadas de la provincia rusa era, en aquellos años, Stávropol.
A la vez que nos cuenta las peripecias de Ana nos va contando los acontecimientos históricos reales, empieza con el inicio de la Primera Guerra Mundial y después continua con la Revolución Rusa. Cuando emprende el viaje es una adolescente, casi una niña que va madurando rápidamente en su estancia en Rusia. Cuando emprende el viaje no conoce el ruso, pero si habla inglés, y gracias a eso puede trabajar dando clases allí y a la vez estudiará. Juega un papel importante durante todo ese tiempo en el que vive en Rusia Madame Fourreau, tía de la tía Claude, y es un personaje muy interesante.
Me va a meter en tremendos líos mi sobrina. Quiere traer aquí a una pariente de su marido.
- ¿Por lo menos sabe inglés? - preguntó mamsel Célestine con su temblorosa voz de vieja.
- Parece que sí, que lo sabe bastante bien.
- Ah, entonces no te preocupes, si es inteligente, se las arreglará, sabrá salir del paso.
Contado todo con humor y de una manera desenfadada, casi sin darle importancia al hecho de estar sola viajando por un país extranjero sin conocer a nadie y sin saber el idioma, es capaz de apañárselas siendo menor, y con una guerra en ciernes. Después la vuelta se complica y tendrá que permanecer allí unos cinco años. Durante ese tiempo se adaptará a las circunstancias, integrándose por completo, conociendo a mucha gente e incluso se enamorará. Se puede decir que sabe sacar provecho de la situación, y que tiene mucha suerte con las personas con las que se encuentra tanto en los viajes como en su estancia en Stávropol.
No se había cumplido un año todavía de que Ana había pisado por primera vez aquellas tierras, cuando se produjo lo inevitable: Rusia se la tragó, sin que Ana se diera cuenta.
Es una novela corta, que se hace corta. Con sus dosis de humor pero también de drama. Con personajes de ficción y reales, en una época difícil, en el contexto histórico de una guerra mundial y una revolución. Es graciosa la aparición de un personaje de ficción como es el soldado Svejk, el protagonista de la novela satírica El buen soldado Svejk del escritor checo Jaroslav Hasek, publicada en 1921 y 1922.
Ana es una joven inteligente, valiente y aventurera que tiene además la suerte de encontrarse con buenas personas en su camino que la ayudaran. Me llamó la atención expresiones que utilizan algunos personajes aunque apenas se conozcan, como por ejemplo: palomita mía o padrecito. Hay al final del libro un glosario con palabras no traducidas y también notas de la traductora para facilitar la comprensión y conocer la vida y las costumbres de la época en esa zona o explicar de que personaje real hablan, aunque hace que la lectura sea más lenta es una novela que no hay que leer con prisas, requiere una lectura reposada.
Frases
Las prisas sólo son necesarias cuando se trata de atrapar pulgas.
¡Qué alto era el cielo allí! Y qué azul tan claro tenía.
Puesto que nacimos pecadores, hemos de sufrir por nuestros pecados, y quien más nos hace sufrir es quien más desea nuestro bien.
En momentos de una felicidad tan grande, el hombre perdona y es perdonado.
¡Caray con el viajecito de placer que le habían propuesto! ¡Vaya invitación! Algunas veces hasta la tragedia tiene su lado cómico.
Vacaciones en el Cáucaso es una interesante novela corta muy bien ambientada que hay que leer sin prisas.
Lourdes
viernes, 12 de julio de 2019
ZULEIJÁ ABRE LOS OJOS, GUZEL YÁJINA
Autora: Guzel Yàjina
Traducción: Jorge Ferrer
Nº de Páginas: 544 págs.
Editorial: Acantilado
Año de Publicación: 2015
Género: Narrativa Rusa, Novela Histórica
Premio Gran Libro 2015 en Rusia
Sinopsis
Corre la década de 1930 en la pequeña aldea de Tartaria donde viven Zuleijá, su rustico marido, treinta años mayor, y su anciana suegra, empeñada en castigarla por no darle nietos. La educación recibida impide a la joven resentir siquiera el grado de servidumbre al que está sometida o desear una vida distinta. Pero cuando una serie de acontecimientos la arranquen de su pequeña familia y la arrojen a un mundo no menos brutal, pero sí más ancho y diverso, lleno de personas de distintas procedencias, oficios y credos, verá desmoronarse sus creencias más arraigadas. Con el tiempo, no obstante, este forzoso exilio material y moral permitirá a Zuleimá dar y recibir afecto, engendrar e incluso decidir su suerte. Con una prosa tan vivaz como versátil y la inmensa perspicacia psicológica de la gran tradición novelística rusa, Guzedl Yàjina recrea distintas voces y relata el espléndido despertar de una mujer cuya epopeya ha emocionado a miles de lectores en todo el mundo.
Opinión Personal
Quiero empezar dando las gracias a Masa Crítica, a Babelio y a la Editorial Acantilado, por darme la oportunidad de conocer y leer esta fantástica novela.
Elegí Zuleijá abre los ojos por varios motivos: uno, es que está basada en las vivencias de la abuela de la autora, y eso me pareció de lo más interesante, aunque sea una ficción será bastante realista. Otro, es que la sinopsis me recordó a la película de El Doctor Zhivago, que me encanta, (el libro no lo he leído). Y a todo esto tengo que añadir que he leído muy pocas novelas que traten de la Unión Soviética, de esa época, de la represión, de los abusos y las purgas del gobierno estalinista. Algo que la autora refleja a la perfección. Me pareció una novela histórica a mi medida y no me equivocaba.
En la primera parte, Yàjina nos cuenta la vida de Zuleijá, en una aldea tártara, con sus costumbres, sus creencias religiosas (es musulmana), la dureza del trabajo y del clima. A todo esto hay que añadir los problemas políticos de la Unión Soviética en el año 1930. Zuleijá es una tímida mujer musulmana de 30 años, casada desde los 15 con un hombre rudo, arisco y bruto, Murtazá, 30 años mayor que ella. Además vive con su suegra, que está ciega, a la que tiene que servir y aguantar sus malos modos. Dio a luz cuatro veces, cuatro hijas y las cuatro se murieron al poco de nacer. Su suegra no le perdona la falta de nietos. Menuda y de apariencia frágil, es menospreciada también por su marido. Está acostumbrada a obedecer y a conformarse con la vida que lleva, trabajar todo el día, aguantar golpes y malos tratos por parte de los dos. Ha sido educada para ser una buena esposa, trabajadora, servicial, sumisa, callada y obediente, así se lo enseñó su madre. Aguanta todo, incluso se repite a sí misma que Murtazá, es un buen marido.
Acaba de llegar de la ciudad y ya lo tienes trabajando de nuevo. Un buen marido, la verdad. (Página. 47)
Trabaja, Zuleijá, no pares. Su madre solía repetirle que el trabajo aleja las penas. Ay, mamá, es que mi pena es más grande que todos tus refranes. (página 48)
Pero un buen día aparecen por la aldea soldados de la "Horda Roja". Murtazá no está dispuesto a entregarles nada de lo que tanto trabajo le ha costado conseguir. Sabe que le quieren requisar lo poco que tiene, para el gobierno es un campesino rico. Y él, prefiere matar a la vaca, esconder la carne y también el grano que guarda como simiente para la próxima cosecha, antes que entregarlo. Pero las cosas no salen como las había planeado y al encontrarse con los soldados intenta atacar con un hacha al soldado que está al mando, Ignatov, y este dispara matándolo en el acto. Al día siguiente se presentarán los soldados en la granja y se llevaran todo lo que encuentran, también a Zuleijá.
En la segunda parte cuenta el accidentado viaje en tren, y después en barca por el río, junto con otros deportados hasta llegar a un lugar en Siberia donde se quedarán y construirán un campo de trabajo. El camarada comandante encargado de llevar a los deportados a un destino incierto, resulta ser Ignatov. Durante el viaje, Zuleijá conocerá a unos compañeros de infortunio, deportados como ella y sospechosos de ser enemigos del régimen. Algunos tan peligrosos como ella. Entre estos se encuentra el doctor Wolf Kárlovich Leiba. Lleva años sin ejercer la medicina y sin dar clases en la universidad, no sale de su despacho y parece que ha perdido la cabeza. Ha sido injustamente denunciado por la criada para quedarse con su piso y todas sus pertenencias. También estarán el matrimonio formado por Isabella y Konstantin Arnoldovich, y el artista Iliá Petróvich Ikónikov. Será muy importante para ella la relación con ellos, la camaradería, la amistad, su ayuda, y serán su nueva familia. Lo que Zuleijá no sabía al empezar el viaje es que estaba embarazada y esta vez con todo en contra su hijo sobrevivirá.
Por todas partes hay ahora campesinos enfurecidos y hambrientos, ignorantes del destino que les aguarda, ansiosos, y a la vez temerosos, de emprender viaje hacia lo desconocido. (Página 154-155)
Últimamente, Zuleijá hacía muchas cosas que en otros tiempo le habrían parecido vergonzosas, imposibles ( Página 358)
Y no sentía ninguna vergüenza. Todo lo que la habían enseñado e inculcado desde niña había pasado a un segundo plano o, directamente, se había esfumado. Y lo nuevo que vino a sustituirlo barrió todos sus miedos, de la misma manera que las crecidas arrastran las hojas muertas y las ramas arrancadas. (Página 468)
En la tercera parte nos narra la vida en el inhóspito lugar en el que se tienen que instalar en medio de la taiga y las durísimas condiciones en las que tienen que vivir. Ignatov será el responsable de los pocos supervivientes, fundarán en el campo de trabajo un poblado. Poco a poco irán llegando más deportados. Aunque hay mucho trabajo que hacer allí y no para en todo el día, Zuleijá parece adaptarse a su nueva vida, incluso se puede decir que está a gusto.
Y no hace mucho de repente llegó a la conclusión de que tuvo suerte de que el destino la hubiera arrojado en ese lugar...
No se puede decir que sea feliz, eso no. Pero está a gusto. (Página 421)
El que no termina de conformarse con su nueva situación es Ignatov, de alguna manera también está prisionero allí. Es otra víctima de la situación política del país. Aunque duro, en ocasiones hace la vista gorda.
Si la cosa se complicara, ¿qué debería hacer? ¿Huir? ¿Huir de los suyos? Lo matarían como a un perro, lo sabe...¿Por qué habría de huir si no es culpable de nada? (Página 166)
Y en la cuarta y última parte conoceremos como repercute en la vida de los habitantes del campo de trabajo la participación de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial.
Las lágrimas fluyen en tal abundancia que cabría pensar que no brotan de los ojos, sino del fondo del corazón y que éste las impulsa hasta arriba con su golpear rítmico y pertinaz. Unos minutos, tal vez unas horas más tarde, después de haber llorado todo lo que no lloró en años, Zuleijá recupera la calma. Su respiración todavía es agitada, su pecho sigue inflamándose con un temblor, pero la fatiga que tanto lleva esperando se va apoderando de su cuerpo, aliviándolo. (Página 525)
Otras Frases
La caravana de deportados enfila como un finísimo hilo de seda hacia el horizonte, donde cuelga un sol de color púrpura. (página 96)
La muerte es una presencia constante. Zuleijà ha tenido esa certeza desde que no era más que una niña. Todas las criaturas llevan desde el primer instante de vida la marca de su futura defunción. (página 150)
La suerte que corrieron sus propias hijas fue una confirmación de esa certeza. Cuatro criaturas que nacieron con el único propósito de acabar muriendo. (Página 151)
Nada embellece más a una mujer que la modestia. (Página 177)
La libertad es como la felicidad - musita - para unos nociva y útil para otros. (Página 198)
Zuleijá abre los ojos ha sido una lectura muy interesante y amena, que me ha trasladado a la Unión Soviética, y a la Siberia de la década de los 30 y 40. Todo un viaje apasionante de la mano de la protagonista, Zuleijá.
Lourdes
lunes, 20 de mayo de 2019
LA IMPACIENCIA DEL CORAZÓN, DE STEFAN ZWEIG
La impaciencia del corazón
Autor: Stefan Zweig
Nº de Páginas: 472 págs.
Editorial: Acantilado
Año de Publicación: 1939
Género: Novela Histórica y Romántica
Meses antes del comienzo de la I Guerra Mundial, el escuadrón del teniente Anton Hofmiller, de 25 años, es trasladado a una pequeña guarnición de la frontera húngara, cercana a Viena. Una vez allí, cuando es invitado a cenar a casa de von Kekessfalva, el hombre más rico de la comarca, cometerá la torpeza de sacar a bailar a Edith, la hija de su anfitrión sin saber que está inválida. Ante la reacción de ella y al darse cuenta de su error, avergonzado, saldrá huyendo. Al día siguiente, intentará reparar su falta y disculparse. A partir de ahí comenzará a frecuentar la casa y a la joven de tan solo 18 años, convirtiéndose sus visitas en una dependencia que no consigue controlar y con unas consecuencias nefastas. Con su inconfundible estilo, Zweig nos hace participes de los sentimientos del protagonista, su incapacidad para tomar decisiones, su actitud contradictoria en algunos momentos, la presión de la sociedad y de su entorno, la idea del honor y del comportamiento que debe tener un oficial del ejército, y el sentimiento que aparece una y otra vez de forma obsesiva: la compasión.
En La impaciencia del corazón el autor realiza una profunda reflexión en toda la novela. Desmenuza y ahonda en los sentimientos de los personajes, en especial en los del teniente, su compasión, la obsesión que resulta para el teniente esa compasión y sus terribles consecuencias.
Pero así como las flores de invernadero crecen más exuberantes y tropicales, también en la oscuridad surgen con más ímpetu las obsesiones. (Página. 37)
Sólo cuando uno sabe que es algo también para otros, descubre el sentido y la misión de su propia existencia. (Página. 68)
Sí, ya lo sé, sé que usted se mostró débil por compasión, por los mejores y más nobles motivos. Pero, y creo que ya se lo advertí una vez, eso de la compasión es una maldita arma de doble filo. (Página 238)
Sí, mi querido teniente, hay que saber poner freno a la compasión, de lo contrario causa más daño que toda la indiferencia del mundo, y eso lo saben los médicos y los jueces y los alguaciles y los prestamistas. (Página 238)
Pero hay dos clases de compasión. Una, la débil y sentimental, que en realidad sólo es impaciencia del corazón por liberarse lo antes posible de la penosa emoción ante una desgracia ajena, es una compasión que no es exactamente compasión, sino una defensa instintiva del alma frente al dolor ajeno. Y la otra, la única que cuenta, es la desprovista de lo sentimental, pero creativa, que sabe lo que quiere y está dispuesta a aguantar con paciencia y resignación hasta sus últimas fuerzas e incluso más allá. Sólo cuando uno llega hasta al final, hasta el final más extremo y amargo, sólo cuando uno tiene la gran paciencia, puede ayudar a los hombres. ¡Sólo cuando se sacrifica a sí mismo, sólo entonces! (Página 239)
Uno de los dos tenía que acabar siendo infeliz por este amor absurdo, y quizá los dos. (Página 288)
...se puede huir de todo, menos de uno mismo...(Página 357)
Ha ocurrido y es irrevocable. La he engañado y ellos me han engañado. Me he comprometido. Me han comprometido. (Página 411)
...sé que ninguna culpa queda olvidada mientras la conciencia tenga conocimiento de ella. (Página 464)
En La impaciencia del corazón nos encontraremos una vez más con un Stefan Zweig maestro en describir los sentimientos, en este caso el de la compasión y sus consecuencias.
Lourdes