Sinopsis
Una novela negra deslumbrante sobre el misterioso destino de los nazis desaparecidos al término de la Segunda Guerra Mundial. Una historia que te dejará sin aliento y con la sensación de haber leído una obra maestra.
«Hará unos diez meses recibí una misiva desde su tierra. Procedía de un universitario que se había decidido a rastrear la presencia en Galicia de Adolf Hitler y de otros nazis tras las derrota de la Segunda Guerra Mundial. Afinando más, pretendía demostrar su presencia o su tránsito por ahí antes de instalarse definitivamente en América del Sur. Sin más datos que me permitieran identificarlo que la letra V y la dirección electrónica utilizada, al parecer por encargo o como trabajo de investigación para un profesor de una facultad que tampoco especificaba, solicitaba mi colaboración.»
Un manuscrito que revela un pasado nazi en España. Una peligrosa investigación sobre uno de los hechos históricos más fascinantes y ocultos de la posguerra: la misteriosa «Ruta de las ratas». Una atractiva búsqueda por la Galicia profunda: aldeas, villas, pazos y monasterios envueltos en la bruma desfilan ante el lector hasta el sorprendente final en la Ribeira Sacra.
Opinión personal
En La casa del nazi me he vuelto a encontrar con Pepe, alias Reina, taxista gallego y aficionado investigador, esmirriado individuo de edad indefinida y barba rala, todo un personaje, muy peliculero y con unos métodos aprendidos en las novelas.
No soy ningún muerto de hambre; ejerzo de taxista con licencia en una olvidada parada de una solitaria calle de un pueblo más muerto que vivo de la Galicia interior, hecho que unas veces justifico por evadirme de la ciudad que tantos años me oprimió y otras por recuperar una infancia de aldea que me hizo madurar.
«Yo, que desde luego no soy novelista ni nada que se le parezca, pero que llevo corrido suficiente mundo como para saber lo que se mueve en él, tengo alma de detective.»
En esta ocasión le contrata don Manuel Varela Arias, importante empresario y político gallego. Ha recibido un e-mail desde Argentina de Marcelo Cifuentes, un representante del Centro Simon Wiesenthel en el que se han dedicado entre otras cosas a la caza de nazis. En el correo se le informa de la investigación que estaba llevando a cabo un estudiante español y en la que ha salido su nombre. Al desconocer su pasado y la relación que puede existir entre su familia y el paso de los nazis por la zona, decide encargar a Reina que investigue discretamente, no le interesa la publicidad por su posible futuro dentro de la política. Es un tema conocido el de la relación del gobierno de Franco con los nazis durante la II Guerra Mundial, pero no lo es tanto el de toda la ayuda que recibieron en España para facilitarles su huida hacía América. Al menos yo no lo sabía y me ha parecido muy interesante esa parte de la historia que es real.
Tendremos dos hilos argumentales que se desarrollaran en Galicia, uno en la actualidad con la investigación y el otro nos llevará a los años de la guerra mundial y su posguerra con el paso de los nazis escondidos a la espera de poder embarcar rumbo al nuevo continente con otra identidad. Y solo al final conoceremos la relación que tienen las dos tramas.
«¡Qué es esto de que un cazador de criminales se ponga en contacto conmigo! —proclamó —. ¿Qué puede haber de cierto en que un universitario desconocido incluya mi nombre en una investigación sobre los nazis, si yo entonces ni siquiera había nacido? —preguntó. Por último—: ¿Quién es en realidad ese joven y qué pretende al mencionarme?» Grosso modo, ese sería mi encargo.
Parece que después de la II Guerra Mundial Galicia fue un destino de paso para muchos de los nazis que escaparon con pasaporte falso al sur de América, en concreto a Argentina. Xabier Quiroga nos cuenta en esta novela, mitad novela histórica, mitad thriller o novela negra, una ficción basándose en hechos reales bien documentados y trasladándonos a los lugares por donde pasaron. Nos pasearemos por la Ruta de los Monasterios, el monasterio de Samos, Monforte y la Ribeira Sacra en esa búsqueda de información y conoceremos que algunos de los criminales de guerra nazis más brutales se escondieron allí, como Walter Kutschmann, apodado el carnicero de Riga cuya extradición fue solicitada por el gobierno de la República Federal de Alemania y que viajó a Argentina gracias a un pasaporte falso con el nombre de Pedro Ricardo Olmo Andrés.
Por lo que pude deducir, el III Reich valoraba este rincón por su estratégico emplazamiento, asomado al balcón Atlántico, de ahí que llevase su presencia hasta extremos insospechados. Me refiero no solo a las tropas de la Wehrmacht que por aquí se movieron, sirva de ejemplo el desfile en Vigo de la Legión Cóndor, en mayo del 39, retratado por Pacheco; sino también al Cementerio de los Ingleses de A Coruña, al control del volframio que blindaba los tanques y endurecía los obuses de los ejércitos alemanes y que las minas gallegas producían; y a las torres de comunicación instaladas en Cospeito, que controlaban el Atlántico para la Kriegsmarine y la Luftwaffe, a los puertos de la costa gallega en los que atracaban los barcos que cargaban mineral, se abastecían de combustible o reparaban los submarinos U-boot que sembraron el terror en el océano; incluso a las empresas tapadera del poderosísimo consorcio nazi Sofindus; y, sobre todo, a la organización de espías que el nazismo instauró en el noroeste de la península, con casas, pisos, residencias, colegios o conventos que servirían para, tras la derrota y mediante la operación «Der Spinner» (Odessa para novela y cine o «Ruta de las Ratas» para la organización de Simon Wiesenthal, nombre que por cierto había utilizado Marcelo Cifuentes en su mensaje), proteger a los criminales nazis antes de embarcar rumbo a América del Sur.
La lista negra de la Red Ogro, que operó en España a partir del 39 y se dedicó a secuestrar germanos no afectos al III Reich con la anuencia de las autoridades españolas; o a Clarita Stauffer, la entusiasta colaboradora nazi que ayudaba a los huidos. Pero también a la cuenta secreta «Enrique» que abrió la embajada alemana para financiar operaciones ilícitas, a los espolios de obras artísticas, a la colaboración de la Iglesia y del Ejército con el nazismo, y a toda una increíble clandestinidad, consentida por el régimen de Franco, de unos ciudadanos alemanes con nombres y apellidos, algunos de ellos criminales de guerra con identidades falsas, instalados en los pueblos, las aldeas y los barrios residenciales de nuestras ciudades sin más preocupación que vivir bien y, por encima de cualquier otra cosa, pasar desapercibidos.
A medida que avanza la trama va ganando en acción, suspense, intriga y misterio. Y todo contado con un tono desenfadado, gracias al protagonista, tan políticamente incorrecto como es Reina. Algo machista, vividor y con unos métodos poco ortodoxos, pero que tiene su encanto como personaje.
—Así que tienes espíritu indagador —comentó, sin ni siquiera saludar, al tiempo que apoyaba los codos en el alféizar.
—Un simple solterón entrometido —comenté, sin mirarlo.
—Y taxista a ratos —añadió, recordando lo escuchado.
—Una mera coartada —justifiqué, burlón—. Para tener algo por lo que cotizar y que el fisco no desconfíe.
—Este siempre ha sido un país de defraudadores.
—Desde luego, pero unos más que otros.
Frases
No quise decir nada porque ese juramento de fidelidad parecía tan sincero como su mirada. En ella intuí muchos reveses y algún que otro naufragio que, además de dejar cicatrices, a nadie más le importa.
—Espero que encuentre lo que busca. La verdad nunca debería hacer daño.
Para bien y para mal, concluí, la vida casi siempre consiste en eso, en dar vueltas y, como el ratón, buscar una ratonera.
La casa del nazi es una interesante novela con toques de thriller, suspense y misterio, basada en hechos reales ocurridos durante la posguerra en Galicia.
Lourdes