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domingo, 1 de abril de 2018

LA VOZ A TI DEBIDA, DE PEDRO SALINAS


Pedro Salinas Serrano (Madrid27 de noviembre de 1891 –Boston4 de diciembre de 1951) fue un escritor español conocido sobre todo por su poesía y ensayos. Dentro del contexto de la Generación del 27 se le considera uno de sus mayores poetas. Sus traducciones de Proust contribuyeron al conocimiento del novelista francés en el mundo hispano-hablante. Al concluir la guerra civil española se exilió en Estados Unidos hasta su muerte.

Pedro Salinas nació en Madrid, quedó huérfano de padre con apenas seis años. Fue alumno en el Colegio Hispano-Francés y el Instituto de San Isidro de Madrid. Comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Madrid, pero abandonó a los dos años para matricularse en Filosofía y Letras (materia en la que se doctoraría en 1917 con una tesis sobre las ilustraciones del Quijote). ​ De 1911 son sus primeros poemas publicados por Ramón Gómez de la Serna en su revista Prometeo. En 1913 fue nombrado secretario de la sección de Literatura del Ateneo de Madrid. En 1914 consiguió plaza de lector de español en La Sorbona Durante el verano de 1915, con 24 años, Salinas se casó  con Margarita Bonmatí Botella,​ el matrimonio se instaló en París donde el poeta inició sus lecturas de Proust, cuyos tres primeros volúmenes de la saga À la recherche du temps perdu, tradujo más tarde en colaboración con José María Quiroga Plá.​ 
En 1917  regresó a España y un año después, consiguió una cátedra en la Universidad de Sevilla, hasta 1929, (entre otros tuvo como alumno a Luis Cernuda).​ Solicitó excedencia en 1922 y 1923 para ocupar un lectorado en la Universidad de Cambridge, y de regreso publica su primer poemario, Presagios. En 1930 permuta su cátedra sevillana por la cátedra de Jorge Guillén en la Murcia, aunque nunca llegó a impartir docencia en ella. En ese mismo año comenzó a ejercer en la Escuela central de Idiomas, en Madrid, donde más tarde, en 1932, fundó la revista Índice Literario. Entre 1928 y 1936, integrándose en las actividades y objetivos de la Institución Libre de Enseñanza, a través del Centro de Estudios Históricos, se encargó entre otras diversas tareas de la Sección de Literatura Moderna y la organización de la Universidad de Verano, de la que sería secretario general entre 1933 y 1936, y allí conoció en el verano de 1932 a una estudiante estadounidense, Katherine R. Whitmore, de la que se enamoró. Ella fue la destinataria de su trilogía poética La voz a ti debidaRazón de amor y Largo lamento. El romance se mantuvo, en forma epistolar, cuando Katherine regresó a Estados Unidos para proseguir sus estudios; volvió la joven para el curso académico 1934–1935, pero la mujer de Salinas descubrió la infidelidad e intentó suicidarse, por lo que Katherine decidió poner fin a la relación. Egolpe de Estado que daría paso a la Guerra Civil Española le sorprendió en Santanter, de allí se trasladó a Francia, desde donde marchó al exilio en Estados Unidos. Ocupó el cargo de profesor visitante en el Wellesley College (cuyo nombramiento tenía desde 1935); más tarde trabajó para la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y en el verano de 1943 se trasladó a la Universidad de Puerto Rico, pero regresando a Baltimore en 1946. Falleció en Boston el 4 de diciembre de 1951, aunque sería enterrado en San Juan de Puerto Rico.

Poeta de la Generación del 27, el propio Salinas define la poesía como un ahondamiento en la realidad, "una aventura hacia lo absoluto. Se llega más o menos cerca, se recorre más o menos camino: eso es todo", y reduce a tres los elementos de su creación: "Estimo en la poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza. Después, el ingenio". Podemos distinguir tres etapas: en la etapa inicial (19231932) escribe Presagios(1923), Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931), en la etapa de plenitud (19331939 la trilogía amorosa La voz a ti debida (1933)Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939), y en la etapa del exilio  El contemplado (1946), Todo más claro y otros poemas (1949), y su obra póstuma Confianza (1955).

La voz a ti debida

La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: Jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres. 
Y estoy abrazado a ti
sin mirarte ni tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.

Pedro Salinas 


            Lourdes