Autor: Stephen Spotswood
Nº de páginas: 400
Editorial: Ediciones B
Año de publicación: 2021
Género: Novela negra, policíaca
Stephen Spotswood es guionista, periodista y profesor. Como periodista, ha investigado y publicado sobre las guerras de Irak y Afganistán. Vive en Washington, D.C. con su mujer, Jessica Spotswood, también escritora. Los muertos no mienten es su primera novela.
Sinopsis
El gran debut de Stephen Spotswood: una novela detectivesca de evasión ambientada en el Nueva York de los años cuarenta.
En el Nueva York de principios de los años cuarenta, una detective privada y su peculiar ayudante, tratan de resolver los crímenes más insólitos.
Desde hace tres años Willowjean Parker es la asistente de la famosa detective Lillian Pentecost. Will escapó de su casa cuando era todavía una niña y se enroló en un circo donde aprendió de todo. Lillian, enferma de esclerosis, coincidió con ella en una de sus investigaciones y le ofreció ser su asistente.
Ahora, Will y Lillian se enfrentan a la investigación de la muerte de Abigail Collins, la viuda de uno de los magnates de la ciudad que ha amasado una fortuna gracias a la venta de armamento en la reciente contienda europea. Pero esta no será una investigación cualquiera y las vidas de Will y Lillian sufrirán las consecuencias. ¿Saldrá indemne su relación? ¿Y su corazón?
Opinión personal
Los muertos no mienten es una novela que he leído gracias a Babelio, no me lo pensé cuando me propusieron leerla después de ver la sinopsis. Y ha sido un acierto, me ha encantado. Es una interesante y buena novela, con una bonita encuadernación y una portada que me encanta, pero que resulta un tanto engañosa. Vemos a dos mujeres jóvenes y elegantes que enseguida suponemos que se trata de las dos protagonistas, pero cuando empezamos a leer la novela nos damos cuenta de que no tienen nada que ver con la descripción de las protagonistas, como comentaré más tarde.
La narración de la historia corre a cargo de una de las protagonistas: Willowjean Parker, Will. Es la asistente de la famosa detective Lliam Pentecost. Nos cuenta al principio la forma tan peculiar como se conocieron y llegó a trabajar con la detective.
La primera vez que vi a Lillian Pentecost, estuve a punto de hundirle el cráneo con una tubería de plomo.
Will se marchó de casa muy joven, con tan solo 15 años y tuvo que aprender a valerse por sí misma. Estuvo viviendo en un circo unos años antes de cruzarse en el camino de Lillian Pentecost o P, como se refiere a ella en muchas ocasiones. Allí aprendió muchas cosas como por ejemplo a lanzar cuchillos y encontró amigos que fueron lo más parecido a una familia. De pequeña estatura y con una forma de vestir un tanto masculina parece todavía más joven de lo que es en realidad. Por su parte Lillian Pentecost (P) es una mujer adelantada a su tiempo, es independiente, posee una gran inteligencia y es detective en la Nueva York de los años 40. Tiene esclerosis múltiple, padece fuertes dolores y en algunas ocasiones se tiene que ayudar de un bastón para andar. Enseguida se dará cuenta del potencial de la joven y decide contratarla como su asistente y en tres años que han pasado juntas se puede decir que es más que una empleada o asistente, es su amiga y socia.
Muchas veces Lazenby y sus hombres me tratan como a una niñita que juega a ser detective. Más mascota que miembro del equipo. Llevo tres años investigando casos, y la señorita P responde por mí, pero él nunca me deja olvidar que la primera vez que nos vimos yo estaba al otro lado de la mesa.
Después de contarnos como se conocieron y empezó a trabajar para la detective nos relatará el caso de una rica familia de la ciudad de Nueva York, los Collins. El policía encargado de la investigación es el teniente Nathan Lazenby, viejo conocido de ambas. Hace un año que el magnate Alistair Collins se suicidó en el despacho de su casa y ahora su viuda, Abigail, ha sido asesinada en el mismo lugar donde él se quitó la vida. Estaba celebrando una fiesta de Halloween, tenía la casa llena de gente, había llevado a una vidente, Ariel Belestrade, y había preparado una sesión de espiritismo. Dos semanas después del crimen la policía no avanza con la investigación, parece no tener ningún sospechoso y la familia quiere contratar a la famosa y prestigiosa investigadora para que resuelva el caso. Son Harrison Wallace, el socio del magnate y padrino de los gemelos (de 20 años) del matrimonio, Rebecca y Randolph Collins.
La señora P y yo compartimos cierto prejuicio en lo que a la flor y nata se refiere. En mi caso es el habitual resentimiento pueblerino de la clase obrera. En el suyo se debe a que los ricos suelen ser los que menos necesitan su ayuda. Sin embargo, parte de mi trabajo como asistente incluye también dirigirla hacia los esporádicos clientes que pueden extender un cheque de cinco cifras sin que les entre un sudor frío.
—Su cuenta bancaria no es nada desdeñable —le dije—. Por lo menos, según los últimos valores en la bolsa en el Journal. Pero si el vil metal no le interesa, también está el hecho de que se trata de un misterio de habitación cerrada como Dios manda. ¡Un misterio de habitación cerrada! ¿Con qué frecuencia ve alguno?
Los archivos contienen años de recortes de prensa minuciosamente organizados sobre crímenes, hechos destacados y ciudadanos de interés, además de notas, curiosidades, indicios y diversos objetos extraños relacionados con casos que la señora Pentecost ha reunido a lo largo de su carrera.
Además de ser un caso interesante la manera de contar la historia por parte de Will es muy entretenida, con un toque de ironía y humor, y sin omitir detalles aunque puedan dejarla en mal lugar, ya sea una metedura de pata o se trate de algo de lo que no esté orgullosa, nos lo cuenta con mucha naturalidad y sacando la lección correspondiente. Si el personaje de Pentecost me ha gustado por su fuerza y su carácter, el de Will me ha encantado, su ironía, frescura, y espontaneidad.
A la señora P le gusta decir: “Si nunca volvemos atrás y examinamos lo que tenemos en conjunto, puede que no veamos el patrón que existe en medio del caos.” También siente debilidad por el corolario: “Dedica cada instante a roer lo que sabes y es posible que se te escape un nuevo bocado que se te presente en el camino”.
No hay que olvidar que el autor es guionista y le da un toque muy visual a la novela. Podría llevarse al cine o a la televisión. Los muertos no mienten es la primera novela de Stephen Spotswood y a mí me gustaría que fuera el principio de una serie y encontrarme con esta pareja en más ocasiones.
Frases
—Lo normal y corriente no existe. No en lo que a los seres humanos se refiere. Y no suponga, a no ser que las circunstancias la obliguen a hacerlo.
Los muertos desempeñan un papel fundamental en todas las culturas civilizadas, desde las tribus del Amazonas hasta los desiertos de Arabia, pasando por Nueva York. Los veneramos. Hablamos de ellos. Les pedimos consejos. Están presentes en todos los actos de nuestra vida, tanto si somos conscientes de ello como si no. En muchos sentidos, los muertos nos gobiernan.
Era un hijo de puta, pero era un hijo de puta que jamás se cuestionó lo que hacía. Simplemente lo hacía, para bien o para mal.
Tienes que ir con más cuidado, muchacha. Esta ciudad
está llena de monstruos, ladrones y gilipollas. Y esto solo en el ayuntamiento.
—Nunca he conocido a un hombre rico que rechazara la oportunidad de enriquecerse aún más.
—No solo no encajas, sino que no temes destacar —comentó Hollis—. Tú y tu jefa, las dos. El clavo que sobresale recibe un martillazo, Will. Lo único que te digo es que tengas cuidado.
Sé todo lo prudente que creas necesario. Pero no
niegues quién eres. Siempre habrá alguien dispuesto a derribarte a golpes. No
les hagas el trabajo por anticipado.
Los muertos no mienten es una estupenda novela negra ambientada en la Nueva York de los años cuarenta y que tiene como protagonistas a dos mujeres investigadoras que dejan huella.
Lourdes |