Juan Cruz Lara Jiménez
Nº de páginas: 272
Editorial: Círculo Rojo
Año de publicación: 2019
Género: Novela histórica, aventuras
Juan Cruz Lara nació en Pamplona (Navarra) el 9 de mayo de 1972. Su incursión en la escritura vino de la mano de un amigo, catedrático de filosofía, que lo introdujo en el mundo de las letras. Una treintena de artículos de opinión en periódicos locales, varios concursos de relato corto y su primera novela, El silencio del muro, que se publicó en el año 2018, dieron paso a esta segunda historia: Senderos de tinta.
Una abadía a las afueras de Grenoble está a la espera de que entreguen un manuscrito que el abad ha pedido al monasterio Santo Petrini, cerca de Milán. Tras recibirlo y copiarlo, deberán devolverlo a la mayor brevedad. El encargado de trasladar el manuscrito es un rico mercader llamado Enrico, que, en compañía de Francesco —un humilde hombre que tiene una especial amistad con él— encontrará varias dificultades durante el viaje, pues el mercader posee una fórmula que ha descubierto, con unas propiedades que hacen que todo el que la posea pueda hacerse rico si sabe utilizarla. Durante la espera, en la abadía se sucederán unos hechos que no dejarán indiferentes a los clérigos que allí habitan.
Un noble señor pretende hacerse con la fórmula a través de sus poderosas amistades, extendiendo el rumor de que el mercader viaja con ella. Al poner a prueba dicha fórmula, Enrico está poniendo en peligro a personas de las que se rodea. A la llegada a una comarca a medio día de camino de Grenoble, se sucederá un hecho que hará que el gobernador se implique en una búsqueda junto al mercader, que finalizará con un beneficio mutuo. ¿Terminará el mercader con éxito el encargo?
Opinión personal
Senderos de tinta es una novela que gané el año pasado en un sorteo que organizó en Instagram @descubriendoautores. No conocía al autor, pero decidí participar en el sorteo al conocer el argumento. Me atrae la idea de conocer gente nueva, autores que no son conocidos, ni superventas. Se pueden encontrar novelas muy interesantes. Como es el caso de Senderos de tinta de Juan Cruz Lara Jiménez.
Se trata de una novela de aventuras, misterio y suspense que se desarrolla entre Italia y Francia en la Edad Media. Enrico es un mercader al que han encargado que lleve un manuscrito desde el monasterio Santo Petrini, situado cerca de Milán, hasta otro que se encuentra en Grenoble. Una vez que lo hayan copiado deberá devolverlo de nuevo a su lugar de origen. Al mismo tiempo llevará con él una fórmula secreta para teñir los tejidos que será codiciada por hombres poderosos y comerciantes que estarán dispuestos a todo para obtenerla y hacerse ricos. En su viaje le acompañará su vecino y amigo, Francesco, un buen hombre preparado para ayudarlo en todo en su peligroso viaje.
Este sendero era conocido por la dificultad que entrañaba circular por él tras una tormenta, y era llamado "el sendero de la tinta", pues el barrizal que se formaba adquiría un color característico.
Conoceremos a los monjes de los dos monasterios, con sus costumbres, intrigas, misterios y secretos. Para unos es el sitio adecuado para estudiar y aprender. Destacan el bibliotecario, fray Rosino y el herbolario, el padre Amaro. Pero, para otros, es el lugar donde esconderse.
Reconozco que al principio me he liado un poco con las dos abadías y sus correspondientes hermanos, padres o frailes.
Durante el viaje, Enrico aprovechará para hacer negocios, ya que es comerciante. Lleva con él su fórmula secreta que hará que su viaje resulte aún más peligroso de lo normal. Son muchos los que quieren esa fórmula para teñir los tejidos, y algunos estarán dispuestos a todo por conseguirla. Conoceremos también los enredos y las luchas políticos del momento. Está muy bien ambientada en la Edad Media, refleja la vida, la sociedad, costumbres y tradiciones de la época. Se lee fácil, rápido y es muy entretenida. Veremos como era la vida en los monasterios, y también fuera de ellos. La amistad entre los protagonistas y como se ayudan en el camino y salvan todas las dificultades.
Frases
Yo le recordé lo que hacía muchos años le había comentado que no es posible saber que algo existe si no lo has visto, y puesto que a Dios no lo ha visto nunca nadie, deduzco que no existe. Él me respondió que había que tener fe; pero yo eso de la fe no lo entiendo. Solo creo en lo que mis ojos ven.
... pues a veces, la falta de libertad surgía del interior de uno mismo y no era necesaria la privación por parte de otras personas.
Hola Lourdes!!
ResponderEliminarGracias por la recomendación y reseña.
Besos💋💋💋